Ceneo, una historia peculiar


Soy Ceneo, procedente de Lapita (Padre de Corono, y hermano de Isquis). Os costará trabajo creerlo, pero originariamente fui una doncella llamada Cene. No cambié de sexo por mi gusto, nunca fue mi intención ser el primer transexual de la historia. Pero os cuento lo que ocurrió:
De joven fui secuestrada por Poseidón, que me deseaba ardientemente. Por desgracia, él a mí no me inspiraba más que un asco profundo, aun sabiendo que, por tratarse de un dios, no podía resistirme a él. Para tratar de conquistarme con regalos me concedió un deseo. Tres días enteros estuve pensando qué podría pedirle para escapar de él. Me acordé de Dafne, que se convirtió en laurel. Podía pedir una transformación similar, pero deseaba seguir viviendo. Al final di con la solución e hice mi petición, convertirme en un hombre invulnerable: hombre para que no siguiera deseándome; invulnerable para escapar a su castigo. Lo malo de tan genial solución es que la transformación no ha sido lo completa que yo hubiera deseado: me siguen gustando, y mucho, los hombres. Tanto que creo que si Poseidón me volviera a hacer proposiciones esta vez no me negaría.
Tampoco mi invulnerabilidad me sirvió para siempre: moriría al cabo de poco tiempo a manos de los centauros en la guerra que se suscitó entre estos y los lapitas cuando las bodas de Piritoo.
Los mejores tiempos que ahora desde el Hades recuerdo de mi existencia son los que pasé junto a Jasón y los Argonautas en la nave Argos durante nuestra aventura en busca del Vellocino de oro.
También hubo otros momentos apasionantes y dignos de recordar: al igual que varios de los héroes Argonautas (Atalanta y Meleagro, por ejemplo) intervine en la famosa cacería del jabalí de Calidón.
En la aventura del Vellocino tuve un papel importante: cuando Tifis murió yo asumí el mando de la nave Argos. La verdad es que me alegré de la muerte de Tifis porque no me caía bien y tuve la oportunidad de tomar el mando de la nave, cosa que cuando Tifis vivía no pude hacer. Comencé mi narración en el diario de a bordo en el punto en que Eetes descubrió que Jasón había huido con el Vellocino y con su hija, y se lanzó en persecución de nuestra nave. Medea, entonces, mató a su hermano Apsirto, que nos acompañara, lo despedazó y arrojó sus pedazos al mar. El rey Eetes perdió el tiempo recogiéndolos y, cuando hubo terminado, era ya demadiado tarde para darnos alcance. El hecho en sí me horrorizó. Nunca me gustó esa mujer, desde el principio me pareció una bruja peligrosa. Creo que Jasón también lo intuía, pero necesitaba demasiado su ayuda como para rechazarla.
Después llegamos a la isla de Eea, donde se encontraba Circe, hechicera y hermana de Eetes, que transformaba a sus enemigos o a los que la ofendían en animales mediante el uso de pociones mágicas, y era conocida por sus conocimientos de herborística y medicina...