Perseo, o sea


Mi nombre es "Perseo", un semidiós de la mitología griega (qué bien suena eso), hijo de Dánae. Mi pobre madre fue encerrada por mi abuelo, Acrisio, en una torre, para impedir que tuviera trato con un hombre, ya que una profecía le había anunciado que moriría a manos de su nieto, o sea "yo". Sin embargo, Zeus se metamorfoseó en lluvia de oro y consiguió acceder a la estancia de mi madre y dejarla preñá... jaja.

Me tuvo a mí, y al enterarse mi abuelo nos arrojó al mar en un cofre. Tras vagar durante mucho tiempo a la deriva, llegamos al reino de Sérifos, donde fuimos recogidos por Dictis, hermano del gobernante de la isla un pelmazo de tío..., el tirano Polidectes, que es para el menda como mi padre, aunque siempre me tuvo harto.

La belleza de mi "mare" hizo que Polidectes también cayera enamorado de ella. Pensando que yo podía ser un estorbo en sus planes intentó librarse de mí el muy hijo de su madre mediante una estrategia. Esta consistía en hacer creer a todo el mundo que pretendía conquistar a la princesa Hipodamía la cual estaba que no veas. Polidectes pidió a los habitantes de la isla que le entregasen un caballo cada uno como presente para poder ofrecer como regalo a la princesa. Al no tener ningún caballo que ofrecerle, yo (quién iba a ser) le prometí traerle la cabeza de Medusa, una de las tres Gorgonas que podía convertir en piedra a los hombres sólo con su mirada (normal siendo tan fea...). Polidectles aceptó satisfecho el ofrecimiento, pensando que la
misión era un suicidio y yo nunca regresaría...¡¡...!!.

Sin embargo, Zeus decidió ayudarme...como debe de ser, por lo que pidió a los dioses Atenea y Hermes que me prestaran ayuda. Hermes me dio una espada con la que poder cortar la cabeza de Medusa mientras que Atenea me regaló un brillante escudo y me aconsejó sobre las tareas que tendría que realizar.
Con el fin de encontrar el escondite de Medusa, fui en busca de las Grayas, tres brujas que sólo tenían un mismo ojo y un mismo diente y que compartían pasándoselos una a la otra. les quité el ojo y el diente...arghh qué asco...jaja, obligándolas a confesar donde vivía la puñetera Medusa a cambio de devolvérselos.

En el camino,me encontré con las náyades, de las que consiguió un zurrón mágico, el casco de Hades, que permitía volver invisible al que lo llevara puesto, y unas sandalias aladas...buena recompensa para alguien tan guapo como yo. Con la ayuda de estos objetos logré adentrarme en la casa de las gorgonas. Usando el escudo como espejo logré cortar la cabeza de Medusa sin tener que mirarla. De la sangre de Medusa nació el caballo alado Pegaso.

De vuelta a mi casa,me encontré a Andrómeda encadenada a una roca, lugar donde había sido dejada por sus padres, Cefeo"el feo" y Casiopea, para ser devorada por el monstruo marino Ceto. Me enamoré, como es normal en mí, de Andrómeda por lo que la liberé y maté al dichoso monstruo, convirtiéndolo en coral al mostrarle la cabeza de Medusa (por bueno). Me quise casar con Andrómeda, pero ella ya tenía otro pretendiente al que no le gustó que su novia se emparejara conmigo; entonces yo que era muy gracioso no tuve más remedio que convertirlos a él y a todos los demás, en piedra. Yo y mi niña logramos por fin casarnos (tuvimos seis hijos: Perses, Alceo, Heleo, Méstor, Esténelo y Electrión, y una hija llamada Gorgófone). Luego regresamos a Serifos. Allí, Dictis y Dánae se han refugiado en un templo huyendo del acoso de Polidectes. El rey está muy ufano en su palacio pensando que se ha librado de mí..."pringao".

Me presento ante Policdetes y ante toda su corte, pero ellos empiezan a burlarse de mí. Entonces, mirando hacia otro lado, saqué la cabeza de Medusa y se la mostré; todos quedan petrificados(por graciosos) con una expresión de incredulidad en sus rostros, en especial Polidectes.

Entonces devuelvo todos los objetos mágicos y le regalé a Atenea la cabeza de Medusa, que desde ese momento ella incorpora a su escudo. Después decido irme para Argos.

Acrisio se entera de que yo viajo para encontrarme con él y pone tierra de por medio. Cuando llegué, no lo encontré. Estaba en un reino vecino, Larisa, presenciando unos juegos. Lo seguí. Una vez allí, los organizadores me proponen participar en los juegos. Yo acepto encantado en lo del disco. Cuando lo tiro, lo hago con tan mala suerte que le doy a Acrisio y lo maté, cumpliéndose así la profecía (pero fue sin querer ¿eh...? que conste).

Pero en mí no había ningún espíritu de rencor ni de venganza y, debido a esta muerte accidental(que ya lo he dicho antes), no quise seguir gobernando mi legítimo reino, Argos. En con­secuencia, intercambié los reinos con mi vecino y tío, y construí para mí una ciudad poderosa, Micenas, en la que viví largo tiempo con mi familia en un círculo de amor y honor (qué cursilada...jaja).