Hola amigos: soy Ulises, Hijo de Laertes, rey de Ítaca,y de Anticlea, y marido de una preciosa mujer, Penélope, con la que tengo un hijo llamado Telemáco.
Cuando Paris raptó a Helena y comenzó la guerra de Troya, yo partí para esa ciudad al mando de doce naves. Durante el asedio fui el protagonista de la búsqueda de Aquiles. Dirigí a los griegos encerrados en el caballo de madera y fui el primero en salir al exterior.
Al término de la guerra intenté regresar inmediatamente a Ítaca, pero distintas adversidades me hicieron vagar durante diez años sin conseguirlo. Estuve en el país de los Lotófagos, en el de los Cíclopes, donde me enfrenté a Polifemo, en la morada del dios de los vientos, Eolo, en la tierra de los Lestrigones y en la isla de Circe, con quien tuve un hijo, Telégono. Llegué a los dominios de Calipso y en una balsa conseguí llegar al país de los Feacios. Allí me di a conocer y narré al rey Alcínoo y a la reina Arete todas mis desventuras. Éstos me proporcionaron una nave con la que por fin regresé a Ítaca.
Excepto mi perro Argos nadie me reconoció en mi patria, donde me encontré con numerosos pretendientes que asediaban a Penélope, pues, al creer que yo estaba muerto, con quien ella se casase sería el nuevo rey de Ítaca. Penélope creía que yo todavía estaba vivo, así que dijo que decidiría el pretendiente cuando acabara un tapiz, pero ella lo deshacía cada noche. Los pretendientes, cansados de esperar descubrieron la trampa y obligaron a Penélope a decidirse.
Ella propuso un juego, quien lograse utilizar mi arco y acertar en una diana pasando por el ojo de diez hachas con una flecha sería el nuevo rey. Sólo yo lo conseguí, y así Penélope descubrió quién era.
Al cabo de veinte años recuperé mi reino y mi familia. La aventura de Troya, ¿mereció la pena?
Cuando Paris raptó a Helena y comenzó la guerra de Troya, yo partí para esa ciudad al mando de doce naves. Durante el asedio fui el protagonista de la búsqueda de Aquiles. Dirigí a los griegos encerrados en el caballo de madera y fui el primero en salir al exterior.
Al término de la guerra intenté regresar inmediatamente a Ítaca, pero distintas adversidades me hicieron vagar durante diez años sin conseguirlo. Estuve en el país de los Lotófagos, en el de los Cíclopes, donde me enfrenté a Polifemo, en la morada del dios de los vientos, Eolo, en la tierra de los Lestrigones y en la isla de Circe, con quien tuve un hijo, Telégono. Llegué a los dominios de Calipso y en una balsa conseguí llegar al país de los Feacios. Allí me di a conocer y narré al rey Alcínoo y a la reina Arete todas mis desventuras. Éstos me proporcionaron una nave con la que por fin regresé a Ítaca.
Excepto mi perro Argos nadie me reconoció en mi patria, donde me encontré con numerosos pretendientes que asediaban a Penélope, pues, al creer que yo estaba muerto, con quien ella se casase sería el nuevo rey de Ítaca. Penélope creía que yo todavía estaba vivo, así que dijo que decidiría el pretendiente cuando acabara un tapiz, pero ella lo deshacía cada noche. Los pretendientes, cansados de esperar descubrieron la trampa y obligaron a Penélope a decidirse.
Ella propuso un juego, quien lograse utilizar mi arco y acertar en una diana pasando por el ojo de diez hachas con una flecha sería el nuevo rey. Sólo yo lo conseguí, y así Penélope descubrió quién era.
Al cabo de veinte años recuperé mi reino y mi familia. La aventura de Troya, ¿mereció la pena?