Historia de Demeter


Yo soy Demeter, “Diosa Madre”. Soy la diosa griega de la agricultura pura, de la tierra verde y joven, ciclo vivificador de la vida y la muerte, y protectora del matrimonio y la ley sagrada. Soy la portadora de las estaciones.
Mi hombre ha sido Poseidón. Yo me resistí a Poseidón transformándome en yegua, pero no pude ocultar mi origen divino entre los caballos del Rey Oncos. Poseidón se transformó en semental y me cubrió. Yo me puse literalmente furiosa por este asalto, pero lavé mi ira en el río Ladón . Me dio Poseidón una hija, cuyo nombre no podía ser pronunciado fuera de los misterios eleusinos, y un corcel de negras crines llamado Arión.
Mi relación con Perséfone, mi hija. Ella fue fue consorte de Hades, rey del inframundo. Se convirtió ella misma en diosa del inframundo cuando Hades la secuestró en la tierra y la llevó con él. Perséfone había estado jugando con algunas ninfas Yo las convertí en sirenas como castigo. . La vida se paralizó mientras yo, deprimida, buscaba a mi hija perdida. Finalmente, Zeus no pudo aguantar más la agonía de la tierra y obligó a Hades a devolverme a mi hija. Envió a Hermes para rescatarla.
Pero antes de liberarla, Hades la engañó para que comiese seis semillas de granada, lo que le obligaba a volver seis meses cada año. Cuando yo y mi hija estabamos juntas, la tierra florecía de vegetación. Pero durante seis meses al año, cuando Perséfone volvía a los infiernos, la tierra se convertía de nuevo en un erial estéril. Estos seis meses son los de verano, pues en Grecia es cuando toda la vegetación muere por el calor y la falta de lluvia. Por el contrario, el invierno traía abundantes lluvias y temperaturas suaves, floreciendo la vida vegetal. Fue durante mi viaje para rescatar a Perséfone del inframundo cuando yo revelé los misterios eleusinos. Mientras buscaba a Perséfone, habiendo tomado la forma de una mujer anciana llamada Doso, recibí la hospitalaria bienvenida de Celeo, el rey de Eleusis. Celeo me pidió que cuidase de Demofonte y Triptólemo, los hijos que había tenido con Metanira.
Como regalo a Celeo por su hospitalidad, planeé convertir a Demofonte en un dios, cubriéndolo y ungiéndolo con ambrosía, respirando suavemente sobre él mientras le sostenía entre sus brazos y su pecho, y haciéndole inmortal quemándolo sobre carbones al rojo vivo en la chimenea del hogar familiar cada noche, a espaldas de sus padres.
Pero no pude completar el ritual porque Metanira sorprendió una noche a su hijo en el fuego y chilló asustada, lo que me enfureció, quien lamentó que los estúpidos mortales no entendiesen el concepto y el ritual, pero revelé mi verdadera identidad y les hice partícipes de mis misterios, que ya siempre se celebraban en Eleusis, lo que convirtió la pequeña aldea en un centro de peregrinación y turismo alternativo.
Mi yerno sigue sin gustarme. Mi hijita sigue infeliz entre las sombras, y cada vez quiere pasar más tiempo a mi lado. Yo no he vuelto a enamorarme. La vida, las estaciones, continúan...