Dioniso, el más fiestero de los dioses


Saludos a todos. Me llamo Dioniso, aunque en Roma me conocen como Baco, el dios del vino y de la fiesta. Tuve un nacimiento inusual. Mi madre fue Sémele (hija de Cadmo), una mujer mortal, y mi padre Zeus, el rey de los dioses. La esposa de Zeus, Hera, una diosa celosa y vanidosa, descubrió la aventura de su marido cuando mi madre Sémele estaba encinta. Con el aspecto de una malvada vieja, Hera se ganó la amistad de Sémele, quien le confió que su marido era en realidad Zeus. Hera pretendió no creerlo, y sembró las semillas de la duda en la mente de Sémele, quien, curiosa, pidió a Zeus que se revelara en toda su gloria como prueba de su divinidad. Aunque Zeus le rogó que no le pidiese eso, ella insistió y él terminó accediendo. Sin embargo, los mortales no podía mirar a un dios sin morir, y Sémele pereció. Zeus logró rescatarme plantándome en su muslo. Unos meses después nací.
La leyenda cuenta que Zeus me puso bajo la tutela de las ninfas de la lluvia, que me criaron en mi infancia y niñez.
Cuando crecí, descubrí el cultivo del vino y la forma de extraer su precioso jugo. Un día encontré un frágil tallo de parra, sin pámpanos, racimos o fruto alguno. Me gustó, y decidí hacer algo para conservarlo. En primer lugar, lo introduje en un huesecillo de pájaro. Tan a gusto se encontró el tallo, que siguió creciendo. Fue entonces cuando tuve que trasplantarlo al interior de un hueso de león. Posteriormente, tuve que pasarlo a un hueso de asno, de mayor tamaño. Al tiempo, el tallo se convirtió en una parra y dio su fruto. Entonces descubrí las propiedades de su zumo fermentado. Por la anterior génesis del tallo se interpretan los estados que infunde el vino al bebedor. Si bebe con moderación, éste se encontrará alegre y fuerte (como un pájaro y como un león, respectivamente). Pero, en caso de superar cierta cantidad, y de que esto suceda asiduamente, el bebedor se volverá tonto (como un asno).
Hera hizo que me volviese loco y me empujó a vagar por diversas partes de la tierra. En Frigia la diosa Cibeles me curó y me enseñó sus ritos religiosos, y así emprendí mi recorrido por Asia enseñando a la gente el cultivo del vino. La parte más famosa de mis viajes es mi expedición a la India, que duró varios años. Volví triunfante e intenté la introducción de mi culto en Grecia, pero se me opusieron algunos príncipes que temían los desórdenes y la locura que les podía acarrear. los castigué como merecían, y todos me cobraron respeto (ver álbum).
Me enamoré tardíamente. Teseo abandonó a Ariadna dejándola dormida en Naxos y yo la descubrí y me casé con ella. Con ella fui padre de Enopión, la personificación del vino, y ella fue ascendida a los cielos como la constelación Corona Boreal.
A medida que he ido madurando he ido descubriendo lo maravillosas que son las juergas, las fiestas y el vino. Siempre me acompañan mis colegas, los sátiros y los centauros. Los mortales me adoran con ritos mistéricos y siempre llevo mi piel de zorro que significa la nueva vida. Y en Roma se celebran las bacanales todos los años, aunque en un tiempo estuvieron prohibidas. No me puedo quejar de vosotros, humanos.