Soy el dios responsable de la lujuria, el amor y el sexo, y también venerado como un dios de la fertilidad. Mi nombre es la raíz de palabras tales como "erotismo" y mi nombre romano es Cupido "deseo", también conocido como Amor.
Mi madre es Afrodita. Me suelen representar como un niño desnudo con alas pero en verdad soy un hombre joven o un adolescente, con un arco y un carcaj en el que llevo dos clases de flechas: unas doradas con plumas de paloma que provocan un amor instantáneo, y otras de plomo con plumas de búho que provocan la indiferencia u odio. Carezco de escrúpulos, soy pícaro, carismático. Enfadado por Apolo al haber bromeado éste sobre sus habilidades como arquero, hice que se enamorase de la ninfa Dafne y disparé una flecha con punta de plomo a ella, lo que hizo que odiara a Apolo. Dafne rezó al dios río Peneo pidiendo ayuda, y la transformó en un árbol de laurel, que consagra a Apolo.
Mi gran amor fue, es y será Psique, la menor de tres hermanas, hijas de un rey de Anatolia y la más hermosa de ellas. Tan hermosa que la mismísima Afrodita (Venus) le tenía celos. Entonces me encargó que le impusiera el castigo de hacer que se enamorara de un monstruo horrible, para que tuviera un amor desdichado. Sin embargo cuando la conocí, dormida sobre un verde prado, me acerqué asombrado por su belleza y resbalé y caí, hiriéndome con una de mis propias flechas.Mi madre es Afrodita. Me suelen representar como un niño desnudo con alas pero en verdad soy un hombre joven o un adolescente, con un arco y un carcaj en el que llevo dos clases de flechas: unas doradas con plumas de paloma que provocan un amor instantáneo, y otras de plomo con plumas de búho que provocan la indiferencia u odio. Carezco de escrúpulos, soy pícaro, carismático. Enfadado por Apolo al haber bromeado éste sobre sus habilidades como arquero, hice que se enamorase de la ninfa Dafne y disparé una flecha con punta de plomo a ella, lo que hizo que odiara a Apolo. Dafne rezó al dios río Peneo pidiendo ayuda, y la transformó en un árbol de laurel, que consagra a Apolo.
Muy entrada la noche, mientras Psique dormía, fui hasta su lecho, decidido a amarla y a ser su esposo en secreto. Juntos estuvimos durante toda la noche, como solamente lo hacen los enamorados. Sin embargo, cuando las luces del amanecer intentaron invadir la cueva, le dije que le daría todo lo que ella quisiese, y siempre la haría feliz, solo con la condición de que nunca hubiera luz cuando yo la visitara cada noche. Y así respetó el pacto Psique durante mucho tiempo, hasta que un día llamó a sus hermanas para que la acompañaran en sus momentos de ocio. Éstas, al contemplar las riquezas y felicidad de su hermana, sintieron mucha más envidia y celos de los que ya tenían, y decidieron arruinarle la vida a Psique. Juntas comenzarón a sembrar la duda en la mente de Psique, a decirle que quizá fuera yo un horrible monstruo, o bien un hombre casado, y a instigarla para que viera a su marido aquella noche. Psique confió en ellas e hizo lo que le dijeron, y aquella noche, cuando me dormí, ella encendió la lámpara y observó asombrada que su esposo era nada menos que el dios Eros... y ese instante me desperté porque cayó en mi espalda una gota de aceite hirviente de la lámpara, y lleno de tristeza le dije que me iba, que ella había roto su promesa y por eso la dejaba... "el amor no vive sin confianza..." y me marché dejándola con el corazón roto y sin saber qué hacer.
Entonces Psique, suplicante, fue a ver a Afrodita a su templo, y le suplicó que le devolviera su amor, pero ella le dijo que antes tendría que pasar unas pruebas para demostrar que se merecía que su esposo volviera a su lado. Psique aceptó, y comenzó a realizar tareas imposibles... debió hilar lana de oro, ordenar millones de granos en una noche, e inclusive bajar a los infiernos en busca de una caja que contenía el amor eterno. Yo a todo la ayudé, sin que ella lo supiera. Los detalles los tenéis en el delicioso libro de Apuleyo, “El Asno de Oro”. Cuando volvía del inframundo, Psique trato de tomar un poco de este supuesto amor contenido en la caja, pensando que así yo la volvería a amar, pero al abrirla solo la sorprendió un sueño perpetuo. La volví a ver así, como el primer día, tendida en la hierba y dormida, pero esta vez para siempre. La tomé en brazos con ternura y la llevé hacia las praderas del cielo, donde aún está. Yo voy a verla cada día y aún tengo la esperanza de que mi madre la perdone y le devuelva la vida, porque yo nunca podré amar a otra mujer.